Las últimas semanas han sido un frenesí de actividad en el lugar que llamamos la Casa, con el Welcome back Surf Swap, la noche de Bob Mctavish y el festival Top Gear el próximo fin de semana nuestros pies aún no han tocado el suelo.
No contentos con mantener el circo en la carpa (o mejor dicho, en la Casa), planeamos un viaje por carretera por la costa este esta semana. Los chicos llegarán emocionados y entusiasmados a Queensland justo a tiempo para el Festival de Longboard de Noosa. Con un grupo de chicos del Temple asistiendo al evento, nos pareció justo reunir a nuestros surfistas australianos (surfistas de Noosa, para ser más exactos), llevarlos en avión a Sídney y obligarlos a volver a casa en moto.
A Matt Cuddihy le faltaba un juego de ruedas para el viaje, por lo que rápidamente lo pusimos a trabajar.
Así fue como ocurrió.
Durante los últimos años he estado conduciendo motos para evitar los problemas de aparcamiento en mi ciudad natal, Noosa. He estado arreglando cosas básicas de mi pequeña bicilíndrica de 250 V, como el óxido y los soportes de los faros, y queriendo aprender más, surgió la idea de volar a Sídney, construir una moto en el taller de Deus y luego conducirla de vuelta a Noosa. Al llegar a Sídney, dejé las maletas y me puse manos a la obra. Miré a mi alrededor y encontré el chasis en el banco de trabajo, y se me ocurrió la tarea que teníamos que terminar en una semana. No había usado mucho la amoladora y al principio dudé, pero superé el miedo a cortar el chasis para quitar los viejos soportes del asiento, del depósito y todas esas cosas innecesarias que tenía el modelo de serie.
