El sol brillaba con fuerza, el frío invernal ya no azotaba el lugar, y el aparcamiento del Emporio de Actividades Posmodernas rebosaba de películas antiguas, equipos de alta fidelidad y vinilos. Para un observador casual, parecía como si se celebrara otro mercadillo sabatino, pero para los informados que se habían reunido, había motivos para celebrar, pues había llegado la temporada de Sonido e Imagen. A pesar de los estragos del largo y duro invierno del sur de California, la cosecha de este año resultó ser tan fresca, rica y deliciosa como la anterior, ya que los puestos rebosaban de una abundancia de productos que antes eran de alta tecnología. Mientras la gente curioseaba, el entretenimiento llegó de la mano de Deus Ex Machina: Mikey ofreció muestras de vinilo de lo que la mayoría consideraría "funk" y Jenny pinchó sus LP favoritos de décadas pasadas, desde la música country de los 50 hasta el doo-wop más oscuro y el pop de los 60, 70 y 80. El ambiente era relajado. La cerveza estaba fría. Las sonrisas eran amplias. El ambiente del día era propicio para el regalo del sonido y la visión.