LAS CRÓNICAS DE HARRISON ROACH: INDONESIA, PARTE 3.

THE HARRISON ROACH CHRONICLES: INDONESIA, PART 3.

Como surfista viajero, siempre me pregunto si los lugareños de cada destino aceptarán mi presencia en sus alineaciones. Normalmente recibo una tolerancia indiferente y me pregunto si "en los viejos tiempos" me habrían echado del agua, o algo peor. Es muy raro encontrar lugareños que se esfuercen por ser amables. Sin embargo, esto es exactamente lo que me pasó en mi última aventura con Thomas Bexon.

Conocer a Husni Rihwand pudo haber influido mucho en la notable aceptación de la comunidad surfista en su ciudad natal. Uno de nuestros encuentros más interesantes se produjo cuando un amable javanés nos recomendó un arrecife tranquilo más adelante y dijo que incluso nos proporcionaría transporte. Husni empezó a reírse de la oferta y no fue hasta que llegaron tres ancianos con sus becaks que nos dimos cuenta de que éramos objeto de una broma de la que solo nosotros desconocíamos la existencia. Thomas y yo incluso empezamos a cuestionar la existencia real del arrecife. Le expresé mi preocupación a Husni y enseguida me dijo que no me preocupara y que atara mi longboard al techo. Ir en uno fue como retroceder en el tiempo. Era como un tuk-tuk al revés, sin motor... significativo porque estos tipos que nos llevaban seguían ganándose la vida con ello. No estoy seguro de que estuvieran acostumbrados a las tablas pesadas en el techo ni a las burlas que les dirigían sus amigos en la calle, pero siguieron adelante con su dignidad intacta y llegamos a nuestro destino. Tanto Thomas como yo estábamos asombrados por la calidad de las olas que nos esperaban. Pasamos toda la tarde surfeando y Husni seguía riendo mientras se ponía el sol.